Saturday, July 07, 2007

Los del pórtico pintado

Repasando una y otra vez lo cortas que son nuestras vidas es la única manera de conseguir una especie de motivación para querer hacer algo con esta sumamente estrecha edición de existencia que finalmente tenemos. Los seres humanos, como hormigas, intentamos construir una gran colonia en la cual solo dejamos nuestro ya tan conocido granito de arena. Los estoicos fueron un grupo de myrmex que construyeron ideas muy lúcidas, desde mi punto de vista, para su época.

Se puede decir que esta escuela se acercó, con pasos seguros, a lo que sería posteriormente el empirismo de Locke. La representación cataléptica, de la que ellos hablaban, consiste en la representación impresa de un determinado objeto en nuestro entendimiento. Desde este juicio, los estoicos están casi afirmando que los seres humanos únicamente recibimos impresiones de dicho objeto, y lo entendemos desde nuestros sentidos, más allá sólo son conjeturas.

Claro que los estoicos, con Berkeley posteriormente, negaron la existencia del objeto, lo que vendría a ser también unos claros indicios de nominalismo, es decir, negar la realidad de un objeto en sí mismo. Según otras interpretaciones, Como Cicerón, existe una analogía con respecto a la representación cataléptica y la existencia real del objeto:

Él (Cicerón) comparaba la mano abierta y los dedos extendidos a la representación pura y simple; la mano contraída que hace acto de coger, el asentimiento; la mano cerrada en puño, la comprensión cataléptica. En fin, las dos manos apretadas una sobre otra es la ciencia, la cual da la verdadera y completa posesión del objeto.[1]

El criterio empirista de los estoicos, de donde nace la idea de nuestra mente como una tabula rasa (nuestra mente es como una hoja de papel en blanco, y nuestro pensamiento se construye a través de percepciones, sin percepciones, no podríamos pensar), también emana un futuro punto de vista a la filosofía y la psicología exterior.

Su concepción del cosmos es también curiosa y es destacable entre oleadas las que se plantaban en la época. De Heráclito adoptaron ala idea de que todo fluye (panteísmo), y todo está puesto en marcha por un principio activo que es la causa o Dios. Lo que me parece más interesante es la idea de que el mundo es cíclico. Existe un momento en que todos los astros vuelven al sitio donde estaban al inicio y después de una gran explosión todo vuelve a suceder otra vez.

Este es un esbozo de lo que sería la alucinante idea de Nietszche acerca del tiempo (El Eterno Retorno), teoría que me parece estar muy cerca de o que pasa en el Universo, viéndolo desde un punto de vista completamente determinista. Que pena que cuando todo pase otra vez esté destinado a hacer las mismas cosas de siempre, no puedo ni darle un consejo a mi yo del futuro, pues cualquier resquicio del mundo que queda atrás podría ser quemado en la conflagración antes de que todo se inicie de nuevo.

El lado ético de los estoicos me llama un poco menos la atención “vivir según la naturaleza”. Aunque los estoicos ceden la libertad al hombre pese a tener una doctrina basada en la causalidad, creo que era necesario que digan que no hay término medio entre lo justo o lo injusto, sólo para incentivarnos a dirigirnos a la virtud.



[1] Abbagnano Nicolás, Historia de la filosofía, Talleres tipográficos Ariel, p 144