"Un científico de la Academia de San Petersburgo llamado Von Bär se sirvió de una ficción notable. La velocidad de la sensación y del movimiento voluntario, y por lo tanto de la vida espiritual, parece que en diversos animales es más o menos proporcional a la velocidad de sus pulsaciones del corazón. Ahora bien, puesto que la pulsación de los conejos es cuatro veces más rápida que la del buey, el conejo percibirá las cosas cuatro veces más rápido que el buey y podrá realizar sus actos voluntarios cuatro veces más que el buey; es decir, habrá vivido cuatro veces más.
La vida interna de las diferentes especies (incluida la del hombre) transcurre en un mismo lapso de tiempo astronómico, pero con velocidades específicamente diferentes [...] Si el pulso, la capacidad de percepción y los procesos espirituales del hombre tuvieran una velocidad sensiblemente mayor o menor, todo esto sería escencialmente de otra manera. Por ejemplo, suponiendo que el curso vital del hombre, con su infancia, madurez y vejez, se redujera a una milésima parte (tan solo un mes), entonces seríamos capaces de seguir con la vista una bala en pleno vuelo sin ninguna dificultad. Si redujiésemos la vida aun mil veces más (a unos cuarenta minutos), entonces la hierba y las flores serían tan fijas e inmutables como nos lo parecen hoy las montañas; del crecimiento y de la transformación de los capullos podría comprobarse en vida tan poco como ahora de las grandes transformaciones geológicas de la esfera terrestre; los movimientos de los animales no podrían apreciarse en absoluto, puesto que serían demasiado lentos; como máximo podríamos deducirlos, como en la actualidad hacemos de los movimientos de los cuerpos celestes. Y si continuamos acortando nuestra vida, la luz que hoy vemos acaso la oiríamos: nuestros tonos serían inaudibles.
En cambio, si ampliamos y extendemos enormemente la vida humana, ¡que imagen tan distinta! Por ejemplo, el pulso del corazón y la sensibilidad se retrasarían mil veces, nuestra vida duraría, como mucho ochenta mil años, experimentaríamos en un año tantas cosas como ahora en ocho o nueve horas; veríamos derretirse el invierno en cuatro horas, el deshielo de la tierra, la germinación de la hierba y las flores; veríamos la tierra cubrirse de árboles y dar sus frutos, y marchitarse de nuevo toda la vegetación. Por su rapidez, no podría percibirse más de un proceso, por ejemplo, un seto brotaría tan rápidamente como un surtidor de agua. El día y la noche transcurrirían como un minuto oscuro y otro claro, y el sol avanzaría precipitadamente por el circuito que traza en el cielo. Pero si se retardara esta vida aun mil veces más, el hombre solo podría hacer en un año terrestre ciento ochenta y nueve percepciones, con lo cual ya no distinguiría entre el día y la noche; el curso del sol aparecería en el cielo como un arco luminoso, al igual que un carbón incandescente que se agita rápidamente en forma de círculo se parece en la oscuridad a una linea de fuego; la vegetación brotaría constantemente en una prisa frenética, desapareciendo a continuación."
Sacado de:
Los filósofos Preplatónicos
Friedrich Nietzshe
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