Uno de los comportamientos que nos distingue de las demás especies es nuestra afición para poner valor a las cosas. Valores que normalmente son simbólicos, pues cuando nuestras necesidades primarias han sido saciadas, nuestra capacidad de ocio se inclina a indagar, a buscar nuevas preocupaciones, para no aburrirnos.
Existe una inmensa cantidad de personas, con los gustos más variados. Personas de gustos similares tienden a juntarse para lanzar piedras a la soledad a la que tanto miedo comúnmente se tiene. Estos grupos crean criterios de valor, los cuales se transforman en leyes, y ya no sólo se le asigna valor a las personas, sino a las cosas.
El ejemplo más común es el del colegio. Las chicas que se visten “bien” discriminan a las que tienen mal gusto, a las gordas y las feas. Es algo básico, su patrón de selección es la apariencia externa, algo que no requiere mucho intelecto, sino cierto tacto y ver a ratos la televisión para darse cuanta de lo que está “in”. Existen otros tipos de selección, como si eres el tipo fuerte o el que tiene más amigos, pero este comportamiento del macho alpha humillando al omega, es algo que se puede ver análogamente en la naturaleza.
Es la lucha por un espacio en el Universo. Vaya, y tienes que cuidar muy bien tus palabras, cualquier cosa “nerd” que se te escape, pierdes puntos en tu popularidad, que medio tan terriblemente hostil, si no me creen, vean esas películas gringas de adolescentes. La mala es bien mala, pero los pobres humillados tienen el consuelo de que esta chica se va a casar con n marido autoritario y va a quedar resignada a ser una triste ama de casa.
Pero bueno, salimos del colegio, y ¡oh que maravilla! Resulta que el señor Omega ha adquirido un nuevo valor. Resulta que en este medio lo que es apreciado es su fresco cerebrito, y resulta que existieron otros omegas, igual de basureados en el mundo. Entonces sucede que mientras más omegas hay, su letra va ascendiendo, hasta que de pronto, se han transformado en alpha.
Bueno, la gente es más madura para entonces ¿pero las reglas del juego han cambiado? Los nuevos Alpha también se fijan en la pinta, para ver si tiene los mismos intereses, y así decir si tal o cual persona vale más. Es la misma actitud, sólo que el criterio para pertenecer a la aristocracia es distinto. Quien sabe, talvez es el resentimiento, o simplemente dejan aflorar sus instintos primarios, lo cual no esta nada mal.
La cosa es tan similar que me da risa, se insulta las mismas actitudes, que son causa de sus “traumas” de la infancia. Se burlan de la misma manera, miran con el mismo sentimiento de rechazo, en fin… Siempre con miedo a decir algo que no esté aceptado, y este exceso de academismo (en donde se establecen las leyes del juego), vuelve como boomerang a todo lugar en donde se asiente a vivir en comunidad un ser humano.
Monday, November 13, 2006
Los Alpha y los Omega
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Ensayo breve
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