Levanta su mano y deja caer los pétalos rojos. Deshoja la flor, ella desde el moho, cerca de la amarillenta casa. Y en la fuente de agua muerta caen las gotas de sangre. ¿Niña qué haces despierta?
Nada nana, viendo como los pétalos flotan en la fuente.
Las columnas que sostienen la vieja casa, tan lejana en realidad, son de mármol grueso y parecen sostener mil inviernos. En sus ojos de madera húmeda se reflejan las gotas del paisaje. Es una hermosa noche de verano. La iluminación la amarillenta luna es tan clara que deja una capa dorada que baña el viejo jardín. ¿En que piensas niña?
En nada nana, ya me voy a acostar.
- Estoy triste, quiero volar lejos, respirar un nuevo aire y cuidarme a mí misma, descender por las nubes y mirar al hombre solitario que yace en la playa. Pobre hombre, vive tan sólo. Yo le diera un poco de compañía, yo le acariciara en esta bella noche de verano. Quiero dejar este viejo pueblo y su ancha plaza, olvidar los evónimos y las acacias.
La esfera del reloj, iluminada por la luna llena marca las doce. Se escucha a lo lejos su cantar. Ella finge levantarse y limpia su falda, falda del color de la rosa muerta. Sus pecas no existen en esta noche de estío y su mirada traspasa la delicada brisa. ¿Estás viniendo mi niña? Deja de pensar en aquel miserable errante. ¿Niña, vas a venir?
Si nana. Mi cuerpo va.
Wednesday, June 20, 2007
Ella en una noche de verano
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