Tuesday, August 08, 2006

De haberme explicado

Ojalá de pequeño me hubiesen explicado que lo vivo es lo necesario y lo que no, agoniza. Que el cero es un descubrimiento que tardó mil años y que los acordes de guitarra no necesitan más que práctica para ser engaño. Pero entonces me animaban para que sea presidente, sabiendo que este puesto lo merece un títere excelente.

Y es casi ahora que apenas me doy cuenta, que no es ser bueno lo que más cuenta sino optimista, que en vano sufre el que es mazoquista y que lo que menos se necesita es talento para escribir en una revista.

De niño me gustaban los villanos, los que no perdían por ser malos sino por feos o veteranos. Después me gustaron las mujeres más flacas, la virgen inocente de la novela barata, que con malicia esquivaba las estacas, y por la noche rezaba ante una vela, timorata.

Hubiera querido que para entonces me hubiesen dejado comer aquel bicho, o dejado decir lo que jamás he dicho, pues entonces no me habrían estampado la verguenza, y sólo ahora que la veo más como una ciencia, cuando me artevo a dejar a un lado la conciencia, y con paciencia, decido disculparme por lo que nunca he hecho: creer tener derecho a tomar un poco de aire en el pecho, y seguir firme por mi único trecho.