El metrobus no va más rápido ni más lento que de costumbre. Las calles, bañadas de colores amarillos que sin mirar al cielo, dan cuenta de su azul. A esta hora no hay mucha gente y la tranquilidad gana un poco de territorio, un asiento cerca mio queda libre, pero el dolor de piernas de la señora a mi lado la vuelve más ágil. Sigo en el mismo sitio.
En camino a la otra parada el silencio no es incómodo sino la costumbre. Las pocas personas de pie, huyen de las ventanas que escupen calor mientras las llantas se detienen. Iba acomodando mis ojos mientras mi cabeza trataba de acostumbrarse al momento. La vi, y talvez no la hubiera humanizado tanto si no fuera por que en ese momento sostenía un pan solamente con la boca.
Así empezó la historia, ella nacía humana, no divina. Entró por la puerta del bus y se colocó en una zona con respecto a mi orgullo en el cual este no se perturbaba al verla. La máquina sobre la que estábamos empezó a avanzar, pero ella apenas despertaba de su última mordida que le dio a su pan antes de guardarlo en una funda. Ese momento no me puse a divagar acreca de porqué tenía mucha hambre y porqué no esperaba un poco para comerlo después, sólo pensaba en como mirarla sin que yo sepa que ella sabe que la estoy mirando.
Y logré mi objetivo, pero cuando salí de mi encierro mental, me di cuenta de que ella miraba a alguien más. Era un hombre sentado detrás mío, que a diferencia de mis cálculos insignificantes, la miraba de manera en que ella y él sepan, que la está mirando. La cosa es que simplemente ella había comido el pan porque tenía hambre.
Pero como dije, la rubia de ojos melosos, uniformada de gris oficina, nació humana. Sostenía la funda blanca que guardaba el pan, y además su mirada del múltiple asecho. Un asiento quedó libre entre los dos, sin que ninguno de nosotros se inmutara. Yo no quería dejar de verla, ella estaría cerca de su parada.
Entonces el metrobus empezó a detenerse y ella a acomodarse. También el hombre detrás mío se paró violentamente, mientras las puertas se abrían frente a ella. Se bajaron los dos, concentrados entre ellos. Cuando el bus comenzó a moverse nuevamente vi que a ella se le cayó su funda blanca y él, concentrado de ella la recogía. Mientras yo pensaba en como ella le dio el primer mordisco al pan, veía como el se llevaba el resto del pan, tálvez él le de él último mordisco, mientras se lleva los papeles que se le arrancaron a esta historia.
Sunday, October 01, 2006
Ocasiones pequeñas
Subscribe to:
Comment Feed (RSS)
|