Tuesday, November 21, 2006

El día especial (versión libre de "Pedales")

Carlos despertó ese día y se quedó en la cama por una hora más. Entonces, se dijo a si mismo: “Creo que este va a ser un día especial” y se levantó de la cama, porque le sonaba el estómago. Caminó derecho hasta el calendario donde estaba la chica de marzo, le dio un beso y pensó: “que pena haber dado sólo 28 besos a Febrero”. Desayunó en medio del desorden que grasosamente lo incomodaba. Prendió la televisión y durante una hora cambió de canal para ver si encontraba algo bueno en la televisión. Eran las 12 del mediodía. Era un domingo.

Cuando estuvo listo para salir eran las 2 de la tarde y nuevamente lo que le incitaba a moverse fue el hambre. Creo que entonces pensó algo así como: si no tuviera hambre no me movería en todo el día o tengo ganas de una pizza. Al salir, vio la cámara fotográfica de su amigo el Juanchi junto a la puerta. A Juanchi no le gustaba nada que el cogiera sus herramientas, pero él no estaba. Carlos reafirmo su pensamiento de que este iba a ser un buen día, tomó la cámara de su amigo y salió.

Se subió en su motocicleta y se puso a pensar que sería interesante fotografiar en un domingo. No hay mucha gente en las calles, lo que puede ser bueno o malo dependiendo de lo que se quiera fotografiar. “Que suerte tiene el Juanchi, le toca fotografiar a esas mujerzotas… ¿cómo hará para conseguirlas? Ojalá me encontrara con una, entonces le diría: disculpa, los ojos de mi cámara tienen tan buen gusto como los míos, así que no puedo privarlos del privilegio de verte… Entonces, cuando le esté tomando las fotografías…”

El sonido estridente de un pito calló sus planes. Miró para atrás y una camioneta se venía mientras las llantas trataban de contener la furia del motor. De pronto todo fue muy confuso, la camioneta estaba parada, la motocicleta en el suelo y Carlos un par de metros más allá.

“¿Qué pasó? No me di cuenta de nada”, pensó Carlos, cuando vio al Juanchi bajarse de la camioneta. Le preguntó si estaba bien y Carlos le dijo que totalmente.

- Oye pero ten más cuidado con la moto, te puede pasar algo
- Si tienes razón. ¿¡Oye pero de dónde sacaste semejante carrocería!?
- Ah, me lo prestó el papa de mi ex
- Ah…. ¿y cómo así? ¿no que no se soportaban? – Carlos se dio cuenta de que llevaba la cámara de Juanchi colgada en su cuello – Ah, la cámara, disculpa por tomarla, ya sé que no te gusta que la coja pero…
- Tranquilo Carlos, ¡pero si hoy es un día especial! Disculpa que me vaya, pero estoy de apuro

“Si que es un día especial” pensó Carlos, mientras revisaba que su motocicleta aún estuviera en condiciones de andar. Bueno entonces, a seguir buscando algo interesante que fotografiar.

“Que día” pensaba mientras veía a la gente a su alrededor, una señora que vende los chicles está masticado uno, el taxista del otro lado de la calle no estaba manejando, sino que le prestó a su esposa el auto y él se sentó atrás mientras jugaba con sus hijos. Parecía como sí cada quien estuviera poniéndose al servicio de si mismo. “Debe ser porque es domingo” concluyó Carlos.

Cuando la calle misteriosamente empezaba a tornarse desértica, los rayos de sol marcaron un camino en la calle con el reflejo de su luz y apuntaban a una figura humana (femenina ahora que se acercaba) directamente. Cuando estuvo lo suficientemente cerca logró distinguir a la chica del calendario de febrero. No podía salir de su asombro y no pudo siquiera balbucear las palabras que había planeado, al menos, pudo parar frente a ella la moto y antes de nada, ella le dijo:

- Que linda cámara amigo ¿cómo te llamas? Espera, mejor no me digas, así todo va a ser más misterioso…
- Está bien.. si justamente quería eso… tomarte unas fotografías para tenerte en mi cuarto todos los meses
- ¡Ay! Se nota que no entiendes nada. Yo soy quién te va a tomar las fotografías.

La modelo le arrancó la cámara y se puso a tomarle muchas fotografías. Él, confundido, no sabía que hacer pero decidió posar para la modelo que cada vez se emocionaba más y empezaba a perder la razón, pero al terminar se calmó totalmente. Le dijo “gracias corazón y le dio la cámara” le pidió que las revele lo más pronto posible, le dio un beso en la boca y después de unos momentos, la señorita Febrero había desaparecido.

Confundido decidió seguir su marcha. Salió de su casa con la idea de comer pero no tenía nada de hambre. Ahora estaba con una serie de fotografías de él mismo. Llegó al estudio fotográfico pero no había nadie, hasta que salió un hombre con un rostro tan ensombrecido que sus rasgos eran apenas visibles. Le pidió el rollo, Carlos le dio la cámara y este hombre se la llevo.

- ¿Oiga y cuánto se demora?
- …
- ¿Qué? No le escuché, bueno ya vuelvo
- Ya está.
- ¿Tan rápido?
- Ahora disfrútelas. Es un día especial para ello.
- Mmm....

Cada pared se iba tornando inconsistente, había algo que no estaba bien. Al abrir el sobre que contenía las fotos estaban en blanco, pero la luz al infiltrarse en el papel empezó a dibujar imágenes. Velozmente, las líneas que delimitan las formas tomaban su puesto y revelaban la imagen. Era el mismo ensangrentado en el suelo. Miró otra fotografía y era su motocicleta en el suelo junto a la camioneta que lo había chocado. En otra estaba rodeado de gente y él apenas podía abrir los ojos para comprender lo que sucedía. Empezó a invadir el lugar un sonido agudo intermitente que hacía eco en todas partes, y que cada vez se aceleraba más. Soltó las fotografías; no se vio a si mismo en una de ellas subiendo a una ambulancia.

Las paredes perdían su forma rectilínea ligeramente para tornarse curvas por segundos, luego volvían a la normalidad. Carlos empezó a correr a la misma velocidad a la que iba perdiendo el control. En una columna que sostenía una casa inmensa encontró su calendario. Las hojas se arrancaban violentamente del calendario: enero, febrero, marzo abril… hasta diciembre que llegó con un viento que tenía olor a sangre. El sonido se iba acelerando a medida que su corazón latía con más fuerza. La chica de diciembre le miró a los ojos y le dijo: “¿Qué pasa nene? ¿Vas a irte sin darme el último beso?” Carlos se miró y su cuerpo estaba con varias heridas, todo alrededor empezó a desvanecerse, mientras la chica del calendario se envejecía frente a sus ojos. Al final, sólo pudo escuchar aquel sonido agudo de corrido... Esta vez, tomándose todo el lugar indefinidamente.

Monday, November 13, 2006

Los Alpha y los Omega

Uno de los comportamientos que nos distingue de las demás especies es nuestra afición para poner valor a las cosas. Valores que normalmente son simbólicos, pues cuando nuestras necesidades primarias han sido saciadas, nuestra capacidad de ocio se inclina a indagar, a buscar nuevas preocupaciones, para no aburrirnos.

Existe una inmensa cantidad de personas, con los gustos más variados. Personas de gustos similares tienden a juntarse para lanzar piedras a la soledad a la que tanto miedo comúnmente se tiene. Estos grupos crean criterios de valor, los cuales se transforman en leyes, y ya no sólo se le asigna valor a las personas, sino a las cosas.

El ejemplo más común es el del colegio. Las chicas que se visten “bien” discriminan a las que tienen mal gusto, a las gordas y las feas. Es algo básico, su patrón de selección es la apariencia externa, algo que no requiere mucho intelecto, sino cierto tacto y ver a ratos la televisión para darse cuanta de lo que está “in”. Existen otros tipos de selección, como si eres el tipo fuerte o el que tiene más amigos, pero este comportamiento del macho alpha humillando al omega, es algo que se puede ver análogamente en la naturaleza.


Es la lucha por un espacio en el Universo. Vaya, y tienes que cuidar muy bien tus palabras, cualquier cosa “nerd” que se te escape, pierdes puntos en tu popularidad, que medio tan terriblemente hostil, si no me creen, vean esas películas gringas de adolescentes. La mala es bien mala, pero los pobres humillados tienen el consuelo de que esta chica se va a casar con n marido autoritario y va a quedar resignada a ser una triste ama de casa.

Pero bueno, salimos del colegio, y ¡oh que maravilla! Resulta que el señor Omega ha adquirido un nuevo valor. Resulta que en este medio lo que es apreciado es su fresco cerebrito, y resulta que existieron otros omegas, igual de basureados en el mundo. Entonces sucede que mientras más omegas hay, su letra va ascendiendo, hasta que de pronto, se han transformado en alpha.

Bueno, la gente es más madura para entonces ¿pero las reglas del juego han cambiado? Los nuevos Alpha también se fijan en la pinta, para ver si tiene los mismos intereses, y así decir si tal o cual persona vale más. Es la misma actitud, sólo que el criterio para pertenecer a la aristocracia es distinto. Quien sabe, talvez es el resentimiento, o simplemente dejan aflorar sus instintos primarios, lo cual no esta nada mal.

La cosa es tan similar que me da risa, se insulta las mismas actitudes, que son causa de sus “traumas” de la infancia. Se burlan de la misma manera, miran con el mismo sentimiento de rechazo, en fin… Siempre con miedo a decir algo que no esté aceptado, y este exceso de academismo (en donde se establecen las leyes del juego), vuelve como boomerang a todo lugar en donde se asiente a vivir en comunidad un ser humano.




Thursday, November 09, 2006

Alegría y tristeza sin importar qué

Creo que la tristeza, así como la felicidad, ambas son incisivamente parte de nuestra condición, pues tienen que buscar su sustento en una realidad cambiante y poco previsible ante nuestra falta de objetividad, palabra que para mí no es nada más que una subjetividad colectiva. Pero lo más peligroso es la contradicción, cuando uno siente alegría cuando se debería sentir pena o viceversa. Es peligroso porque raya fuera de lo convencional, de los parámetros humanos y nos tienta a ver de lejos.

Ver de lejos nuestra humanidad y lo miserable que es o también verla con una lucidez y amor que tienda en la locura. “Demasiado humano”, es así porque sólo podemos ver desde ella, y estamos sujetos a esa perspectiva, en la cual un Dios es nuestra concepción de bien y el infierno como la del mal. Yo, como relativista, no puedo creer que un lugar o una persona (porque este Dios es un ser, es tan humano que algunas personas lo pueden percibir) enmascaren todo lo perfecto o su contrario, pero las sigo llamando de la misma manera, proveyéndoles del significado que acabo de darles.

Es en esos límites (Dios e infierno), tan humanos (ni siquiera mundanos, ni a eso llegamos) que vemos el mundo y no podemos salir de él, y es de esa forma que justificamos nuestras actitudes. Lo único que tiene un poco de realidad en nuestras vidas es nuestra parte heredada, nuestra parte animal, quien tiene sentido por si misma y lo que nos ata a la cordura, a no fundirnos en un egocentrismo terrible del que somos esclavos. Pues no somos dueños del hambre, del frío ni de alguno de sus derivados, sino que los padecemos y lidiamos con ellos.

Y eso en parte nos une a los demás, pues tenemos noción gracias a la empatía del vivir en comunidad y aunque sea disimulada igualdad. Pero ese campo estrecho de visión, delimitado por Dios y por el infierno es lo único que podemos ver, a lo que nos remitimos como referencia y sobre lo que vivimos, yo creo que es a lo máximo que podemos aspirar, y vamos a ser víctimas de ello con una máscara de aleatoriedad. No importa lo que hagamos y lo que el mundo nos depare a nuestro alrededor, todos estamos destinados a sufrir, como a ser felices, el progreso es una ilusión.

Recapitulando, lo que ha cambiado es la forma en la que plagamos el planeta, pues somos más y en aumento. Las condiciones de vida son mejores ¿Eso es progreso? Seguimos llorando y riendo, como todos siempre lo han hecho. Las viejas disputas entre lo tradicional y lo novedoso. ¿Habrá acaso diferencia alguna? ¿Vamos a dejar de sentirnos mal?

Todo esto parece tan egoísta pero rara vez veo una actitud humana que raye fuera del egoísmo. Todos en busca de reconocimiento, de alguna forma de satisfacción, yo se que existen verdaderos altruistas, el problema es que cuando sepamos su nombre, dejarán de serlo. Existirá, y las acciones van a vivir para siempre. ¿Pero hay alguna diferencia? yo creía que si, pero al experimentar mi incapacidad hacia la felicidad cuando se supone que debo experimentarla, me hizo dudar terrible y apocalípticamente.

Tantos grandes hombres que marcaron el progreso, totalmente muertos, apenas recordados por un cinco por ciento de la población mundial. Es cómo si jamás hubieran existido ¿qué importa? ¡he ahí la filantropía! Pero no es tan sencillo, porque aunque nos hayan dado tanto, no importa que vivamos en las cavernas o con tanta cosa bonita, seguimos siendo miserables. O sea, destinados a necesitar, a tener hambre por siempre.

Por eso pierdo la esperanza, porque somos una humanidad que estamos atrapados en nuestra ventura de desgracia, porque hay personas que luchan día y noche por romper límites y sólo sacan una sonrisa. ¿Vale la pena esa sonrisa? Cada vez mis aspiraciones son más humildes, pero por lo menos es una chispita de ilusión que me ayuda a esforzarme por lo que creo.